Sueño que floto. El Escritor.
Sueño que floto en una nube oscura rodeado de gallinas. Blancas, por
todas partes, haciendo un ruido ensordecedor. La nube oscura se va disipando
pero las gallinas siguen ahí, cada vez mas presentes. A mis pies, el suelo de
rejilla tiembla de los picotazos y al mirar hacia abajo compruebo que hay más
gallinas y también arriba y a los lados: estoy atrapado en una jaula abarrotada
de gallinas por todas partes y ahora respiro una claridad absoluta y
blanquecina y de pronto el silencio ha llegado y todas esas crestas rojas me
miran.
Lo digo en voz alta y me esta escuchando de pie con los platos cogidos
con las dos manos y los cubiertos y los vasos encima. Creo que de un momento a
otro voy a oír el silencio de todo ello precipitándose hacia el suelo. Pero no
ocurre nada. Durante un instante el silencio no precipita nada y poco a poco
los sonidos cercanos vuelven a manifestarse. Coloca las cosas en el fregadero,
con delicadeza cruza los brazos y apoya su cuerpo en la encimera, aunque no se
muy bien que hace primero o después porque todo es un pianísimo.
- Sigue.- Lo único que dice y se clava en mí esperando el relato.
Esto sucedió antes de conocerte cuando el mundo real era una fantasía.
Seguimos juntos más de un libro y al final todo termino olvidando tantas cosas
en una estantería. Bueno, lo que sucede y sucederá siempre. Pero no contigo.
Contigo no. Cómo estás tan seguro, me pregunta y no tengo respuesta porque hay
certezas que no tienen respuesta. Cogemos los abrigos, las llaves, apagamos las
luces y salimos al rellano a esperar el ascensor. Nos miramos, nos besamos y ya
dentro, bajando hacia el portal y la calle me arregla el pelo y pregunta sin
mirarme pero muy cerca: ¿estás nervioso? ¿Por qué iba a estarlo? le digo y
sonríe y camina delante de mí hasta que llegamos al coche que vuelve a mirarme
y dice: sería normal. Quiero decir que sería lógico después de tantos años
estar nervioso o no, supongo.
Nos hemos sentado intentando no parecer lo que somos. Llevamos toda la
tarde jugando a escondrijos y tonterías y ahora estamos en lo de las
frivolidades. Así que nos tocamos las manos, nos reímos, no puede ser, te
acuerdas, eso mismo le dije yo y mientras tanto seguimos bebiendo, repitiendo el
compás a diferentes ritmos. Y entonces se hace el silencio al que debimos
hacerle caso. Pero alguien, creo que tú o su amigo de la sonrisa esmaltada,
mira la carta y pregunta:
- ¿Pedimos?- Entonces pedimos. Ese silencio ha abierto puertas.
Mezclamos nuestros gustos y expectativas del menú con lo que serán
nuestras últimas afinidades, antes de comenzar la batalla y mientras esperamos a
que llegue la cena vuelve a intervenir, ahora estoy seguro que fue él, es una
tontería de la que me he acordado ahora, resulta que hoy mismo hablábamos de tu
libro, el que escribiste cuando estabais juntos. Que curioso porque nosotros
también, dices, quiero decir, que hablamos del libro. Lo dicen como si fuera el
único. Y además, me contó cómo te dijo aquello y cómo reaccionaste. Ellas dos
se miran y parece que estén compartiendo un pasado y eso me aterra. Las oigo
reír y hablarse, la sonrisa de su amigo me mira y mientras sirven la cena
recuerdo y para ellos sonrió también: de ese pasado sólo queda su vestido y el
color de su pelo, el peinado y los ojos han cambiado, parece feliz.
¿Qué opinas? Ante mí un tenedor con un poco de algo que me hace volver y
lo pruebo y cierro los ojos y finjo que saboreo, está buenísimo digo sin
emoción. ¿No lo encuentras demasiado… ¿Dónde estabas?,
creo que tenia otro de esos momentos, ahora igual nos dice una de esas cosas,
quien sabe, quizá de aquí salga otro libro, no se de donde saca esas historias. Y
río la tontería y todos ríen conmigo y cuando ya nadie habla y todos ríen
pregunto despacio, con malicia y mi mejor sonrisa falsa, por cierto tú a qué te
dedicas?
- Dentista.- Se hace el silencio, desaparece la sonrisa esmaltada.
He sido grosero. No hace falta que lo piense, sólo he de mirar a mis
lados y ver que como una come y la otra bebe. Él, en cambio a pasado de no
saber qué pasa a la más absoluta felicidad y no se si es tonto o demasiado
listo. Vuelve la calma cuando traen el vino y él, que sabe mucho, cata y
asiente. Así que cambiamos de tema y hablamos de geografía. De dónde viven
ellos, por ejemplo, de lo mucho que siempre quisimos conocerlo... y mentimos
juntos: que las próximas navidades, quizá en verano. He unido otra vez las
fuerzas y tú has vuelto a mi lado, he vencido tempestades y derrotado navíos… creo
que el vino me está afectando pero siento que todo está mejor y aunque no se bien
porqué esto parece el inicio de una gran tontería. Ahí viene tu pato me dice él
con la boca llena, cuchara en alto y veo que lleva la servilleta al cuello.
Me ha tocado el plato más grande y no se dónde guardar los codos. El
dentista por el contrario parece que siempre encuentra sitio. Propone como tema
la gastronomía y mientras nos pasamos los cubiertos para probar lo del otro
habla del gusto y un aroma, del chup chup de una olla y resulta divertido, es
un hombre gracioso en el mejor sentido de la palabra y se le escucha con
certeza hasta que llega a mi lado el tenedor suyo: pásame un poquito de lo
tuyo, ¿que es, gallina? Me estoy haciendo pequeño y el plato cada vez más
grande.
- Faisán.- Lo he dicho con tristeza comiendo carne de pollo seca.
Ahora entramos de lleno en el tema: que si un pato, que si un faisán, que
si una gallina que cuanto se parecen, en nada diría yo pero no lo digo y
permanezco callado y asintiendo, masticando, despacio porque veo venir la
pregunta como una cuerda que se tensa y estoy sudando. Por qué no me he quitado
la chaqueta, me pregunto. Y en el silencio en el que mi pasado escribe una nota
en el reverso de una tarjeta y se la entrega a ella y mientras pienso qué
comparten él me mira. Me está mirando y le estoy mirando. Me señala con un
tenedor moviéndolo de arriba a bajo como si me hablara ese utensilio, ladea la
cabeza mientras muda su expresión de idiota satisfecho a diestro inquisidor.
Entonces sí, todos le estamos mirando y es ahora cuando suelta como una
explosión, como un azar, como un pasatiempo: ¿por qué una gallina?
Porque me dio la gana debería haberle respondido pero he sido lento y él
aprovecha para matizar: quiero decir, no es que me parezca mal ni nada de eso, quién
soy yo para opinar, en realidad creo que es muy acertado pero me pregunto qué te
hizo decidirte por una gallina; resulta interesante conocer de primera mano los
motivos, las… cómo lo llamáis, ¿motivaciones? Es un proceso complejo, le digo
intentando masticar faisán y vino y me coloco y me recuesto y ahora tú
intervienes y coges mi mano y dices para animarme:
- Cuéntanos…- La distancia entre dos puntos cercanos, nuestras manos, es
ahora infranqueable.
Me habla de Kafka y las similitudes o lo que el llama la otra cara de la
misma analogía y todos se sienten muy felices de ser críticos literarios.
Cuando se llevan los platos pido otra botella más de vino y tú que empiezas a
vislumbrarlo me preguntas entre coqueta y preocupada si estoy seguro, si no
hemos bebido ya demasiado, y utilizas el hemos mirándome con dulzura pero en
ese verbo estoy impar. Cualquier cosa que diga será inapropiada, lo sé y aun
así miento: que tontería si lo estamos pasando de maravilla... y creo que balbuceo
un poco. Ella me secunda, en eso no ha cambiado, siempre se apuntó a otra copa
más de vino, al último rato. Coincidimos las miradas, nos traen el postre y mi
vino y retiran de mi lado un cuenquito con salsa roja que no he tocado y ahora
entiendo que era para regar la pechuga seca del faisán.
Lo interesante viene al final, con los postres y el café y como yo no soy
de mucho café… digo, mientras lleno mi copa y la de ella y vierto algo más que
unas gotas en el mantel pero no pasa nada porque les resulta gracioso, menos a
ti. ¿Alguno más se apunta al vino? ¿No? Y el ruido al apoyar la botella en la
mesa con demasiada rudeza resulta como mandarlos callar y noto que sus ojos,
los de ella, ahora miran abajo, como los tuyos y las dos estáis jugando a
chafar las migas de pan perdidas en el mantel. Ya que vamos a hablar de mi
libro:
- ¿Gallinas…?- Vacío la copa de un trago, inspiro como si buscara
palabras y después eructo.
Algunas mesas nos miran, ellas miran al mantel y él mira a todos lados
mientras termina una carcajada. Hace ya un rato que tú no me coges de la mano y
has mirado dentro del bolso varias veces buscando algo o calculando si cabes
dentro. Me pareció un animal estúpido y ruidoso y en aquel momento todo lo que
tenía cerca me parecía eso: ruidoso y estúpido. Lo he dicho mientras me sirvo
otra copa, esta vez despacio, sin derramar nada y antes de que termine ella
dice: Yo También. Yo también te parecía estúpida y ruidosa. No se si lo
pregunta o lo afirma porque no he llegado a descifrar la entonación, quizá por
el alcohol o quizá por sus labios apretados y la calma de sus ojos que es como si
me acuchillaran de tristeza. Y no se que decir y por no aguantar la vergüenza o
la saliva le digo que ya no me acuerdo.
Ahora todo irá a peor diga lo que diga y aunque no diga nada, así que me
callo… Pero no se hacerlo, el vino, la sonrisa del dentista, nadar
contracorriente, o que te he oído disculparte y propones pedir la cuenta. Sigo
bebiendo y me recuesto en la silla, tenía que haberme quitado la chaqueta. Le
digo a ella sin mirarla que es cierto, que ya no lo recuerdo y acabo mi frase
fijándome en sus manos, tranquilas encima de la mesa, casi juntas pero sin
tocarse. Subo la mirada hasta sus ojos que se han vuelto fríos y afilados.
- Déjalo…- Me dices en un dulcísimo susurro como quien dice ya no hay
remedio.
Yo si me acuerdo, dice ella. Recuerdo que gimoteabas cargado de dudas y
te paseabas de arriba a bajo diciendo que no te salía que no era bueno y así
siempre que terminabas un capítulo. Descansa su mejilla en una mano y prosigue.
Recuerdo que después lo leíamos juntos y te decía que era lo mejor que habías
escrito y nos dormíamos abrazados y asentaba mi mano en tu pecho hasta sentir
que te habías dormido y estabas tranquilo. Bebe de su copa y se sirve un poco
más. Cómo no puedes recordar eso, me pregunta. Pero no me deja contestar. Y
sabes una cosa, tenía razón y aun la tengo. Estoy mirándola y aunque no diga
nada todo en mi es una pregunta. Aquello que escribiste cuando todos te
parecían estúpidos y ruidosos es lo mejor que has escrito. Yo no gimoteaba, le
digo y suena como un niño de doce años.
Ella sigue pero ya no recuerdo nada más. Ahora estoy sentado dentro de mi
coche mirándoos allá fuera mientras llueve. Él lleva un paraguas con el que os tapa a ti y a ella, y la lluvia
o los tres juntos desde esta nueva perspectiva me acerca momentos de hace un
rato cuando salíamos del restaurante y creo que yo casi me caigo si no me
agarro a tu brazo o a alguno de los tres. Estoy mojado de la lluvia o de algo
peor, porque aquí dentro huele fatal y mi lengua parece un trapo sucio, creo
que he vomitado pero no recuerdo cuándo. Ella te besa en la mejilla y tú la
abrazas mientras él os cubre como puede de la lluvia que ahora arrecia y parece
el final de una película o el inicio. Sales corriendo y llegas hasta el coche,
empapada te das la vuelta y les saludas haciendo un gesto con el brazo, sin
prisa, como si no diluviara. Entras, cierras la puerta y te quitas el abrigo
sin mirarme. Arrancas y antes de sacar el coche del aparcamiento preguntas cómo
me encuentro. Intento decir algo y me mareo y todo da vueltas. Abres mi
ventanilla y conduces hacia casa mientras el aire, las luces y la lluvia van
poniendo algunas partes en su sitio. Me gustaría decir algo, una palabra que lo
resumiera todo pero no la encuentro porque seguramente no existe. Te quiero
digo y parece un perdona.
- ¿Entonces por que estás siempre enfadado? - Tu pregunta es como darle la vuelta aun abrigo
- ¿Lo estoy?
Tu silencio es una cadena al recuerdo de esta noche. Las luces, la lluvia
y los coches en esta noche son el túnel de mi pensamiento. Ya no digo nada más
y me lleno de tristeza. No quiero llegar a ningún sitio ni que acabe la lluvia.
Quiero seguir a tu lado mientras conduces, quiero encontrar la manera de ser un
niño jugando en un patio de tierra pintando paisajes o buscando tesoros.
Sueño que floto…
Sueño que floto…
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